En 1972 se descubrió en el
yacimiento de Kooobi Fora un misterioso fósil por el equipo de Richard Leakey,
el KNM-ER 14701. Datado en torno a los 2,4-1,9 millones de años, se
trató de un cráneo con una capacidad de unos 750cm3, sin torus
supraorbitario, una cara plana y ancha a nivel de los pómulos, unos premolares
y molares amplios y un grueso esmalte. Años más tarde de definió como Homo rudolfensis, aunque muchos dudan de
que se trate de una especie diferente de Homo
habilis. Esta especie por su parte tiene una buena representación de
fósiles de entre 1,9 y 1,44 millones de años. Su cráneo tiene una capacidad de
entre 500 y 700 cm3, un torus supraorbitario levemente marcado, una
cara estrecha con la máxima anchura a la altura de las órbitas y unos
premolares pequeños.
En las campañas de excavación de
2007, 2008 y 2009, a unos 10km de radio del yacimiento original de Koobi Fora, se
han encontrado tres fósiles (un fragmento de mandíbula inferior, un cráneo con
una mandíbula inferior y una mandíbula inferior muy completa), todos ellos
asociados a H. rudolfensis según el
equipo de Meave Leakey2. Este hallazgo pone de manifiesto que el
fósil KNM-ER 1470 no es una rareza aislada, y que se trata realmente de una especie
diferente a H. habilis. A las
diferencias del cráneo se le suman un paladar en forma de “U” en vez de en “V” y
unos caninos enfrentados a la parte delantera de la mandíbula en lugar de
alineados a los lados.
Los autores del hallazgo recalcan
la idea de que varias especies del género Homo
convivieron hace cerca de 2 millones de años junto con H. ergaster/erectus, todo un rompecabezas de relaciones
filogenéticas y competencias específicas. Sin embargo, ¿qué ocurriría si
ninguna de las especies más antiguas de nuestro género perteneciese realmente al
género Homo?
Recientemente se ha sugerido que H. habilis se debiera incluir realmente
en el género Australopithecus, debido
a las características primitivas que aún conserva, como el tamaño y las
proporciones corporales, su locomoción, el tamaño relativo de sus mandíbulas y
dientes, su patrón de desarrollo o su grado de encefalización. Por su parte H. rudolfensis podría reubicarse en el
género Kenianthropus, fuera de la
línea evolutiva humana. Este género fue propuesto en 2001, curiosamente por
Meave Leakey, a partir del fósil de un cráneo en el lago Turkana datado en unos
3,5 millones de años3. El Kenianthropus platyops, así se denominó,
comparte una anatomía facial similar a la de rudolfensis. Si agrupamos ambas especies en este género, podríamos
interpretar que en la evolución de los homínidos se han producido dos procesos
de encefalización hace alrededor de 2 millones de años, el de Homo y el de Kenianthropus.
Los primeros fósiles del género Homo y sus relaciones filogenéticas
están abiertos a una amplia interpretación, que se irá despejando según de
complete el registro fósil en torno a los 2 y 3 millones de años. Es posible
que los actores que conocemos actualmente como H. habilis y H. rudolfensis
no sólo no pertenezcan al género Homo,
sino que ni siquiera pertenezcan a la línea evolutiva humana.
Bibliografía
1 Leakey, R.E. 1973. "Evidence for an advanced
Plio-Pleistocene hominid from East Rudolf, Kenya"; Nature 242:
447-450.
2 Leakey, Meave; Fred Spoor; M. Christopher Dean,;
Craig S. Feibel; Susan C. Antón; Christopher Kiarie & Louise N. Leakey
(2012) "New fossils from Koobi Fora in northern Kenya confirm taxonomic
diversity in early Homo New fossils from Koobi Fora in northern Kenya confirm
taxonomic diversity in early Homo". Nature 488. pp: 201-204
3 Leakey, Meave G.; Spoor, Fred; Brown, Frank H.;
Gatogo, Patrick N.; Kiarie, Cristopher; Leakey, Louis N. y McDougall, Ian
(2001). «New hominin genus from eastern Africa shows diverse middle Pliocene
lineages». Nature 410: pp. 433-440
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